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Poema de las esquinas – E. G. Lanuza

Se lee en 2.8 minutos

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por Eduardo González Lanuza

Para Isabel

La calle como un puente
tendido del ayer hasta el mañana
Y las esquinas
ventanales abiertos
Hacia el quién sabe! y el Quizás! de la esperanza
Allí abreva su sed de lejanías
en agua de horizontes
en ellas
se desgarra el clámide del día
y la luz se remansa
Finisterre para
las luminosas manos de los ciegos
que con su tenue caricia
la van bendiciendo
manos trémulas
unjidas
por los óleos del silencio
Esquinas
donde los carteles gritan
Por allí viene la comitiva
del bautizo de las mañanas
y como Verónicas
enjugan

del poniente la faz angustiada
Todos los tumultos pasan por ellas
que viven la vida por las ventanas
cazadoras de estrellas
Esquinas sacrificadas
En la cruz de las calles
abiertas para todas las miradas
bajo la infinita
piedad de los cielos
que se acurrucaron en sus charcos de agua
temblorosos de miedo
Por allí se van yendo las horas
como un hilo de agua mansa
y todo es familiar
como un ovillo de lana
Los organillos
musicalizan sus algarabías
Son como un pan tierno
que desmigamos cada día
Todo se encariña con ellas
y el alma se nos queda olvidada
Hasta cuando el frío las azota
parece una carcajada de plata
Y por la noche
cuando son como un pozo de sombra
donde vigilan los buzones
se abren como un regazo
para los sueños
de los perros sin nombre
Oh! esquinas que os abrís como una naranja
cuando Ella
resumiendo el paisaje
Desde vosotras
me ilumina el alma.

Publicado en Revista "Proa", Año I, Num. I, Agosto 1922

Eduardo González Lanuza nació en Santander, el 11-07-1900. Emigró a los nueve años, con sus padres, a Buenos Aires. Ejerció la profesión de químico industrial, aunque le sobrepasó su inclinación a la poesía. Fue poeta, ensayista y ocasional dramaturgo. Se adhirió al comunismo y a la vanguardia en su vertiente del ultraísmo. Colaboró en las revistas Prisma, Proa y Martín Fierro junto con Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo. Su poesía evoluciona desde un vanguardismo muy impregnado de futurismo hacia formas más libres y menos escolásticas, a través de títulos como Treintaitantos poemas (1932), La degollación de los inocentes (1938), Transitable cristal (1943), Oda a la alegría y otros poemas (1949), y Suma y sigue (1960). En prosa cuenta Aquelarre (1928), una monografía sobre el pintor Horacio Butler y un par de libros de reminiscencias, Cuando el ayer era mañana (1954) y Los martinfierristas (1961).
En 1960 obtuvo el Premio Nacional de Literatura

Foto de Portada: 5 esquinas, barrio de Retiro, 1919, Ciudad de buenos aires


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Publicado enPoesía Universal

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