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Rincón del Tojoral Entradas

Hildegaard – Eduardo Keller Sarmiento

El sol pega estampillas rojas en los canales
Mientras lloran al viento los pañales dorados
−Hildegaard… en tus ojos hay dos cirios pascuales
Hoy velando al infante de los besos pasados

Atardecer flamenco de lanchas y cigüeñas
Ya el duende de las hondas campanas se ha dormido
−Hildegaard… cierra el libro de estampas donde sueñas
La muerte es un perfil bello y descolorido

Ay… el vivir me envuelve como un faláz gusano
Y el reflejo sonriéme un deseo inhumano
Hago un signo terrible sobre el vidrio del ser
La Oración tiene un cuerpo desnudo de mujer

La tarde es ya una larga procesión de luces
Que huye de la mirada dura de la ciudad
−Hildegaard… mi recuerdo está lleno de cruces
Mira… el amor ha sido siempre curiosidad

Poema de las esquinas – E. G. Lanuza

por Eduardo González Lanuza

Para Isabel

La calle como un puente
tendido del ayer hasta el mañana
Y las esquinas
ventanales abiertos
Hacia el quién sabe! y el Quizás! de la esperanza
Allí abreva su sed de lejanías
en agua de horizontes
en ellas
se desgarra el clámide del día
y la luz se remansa
Finisterre para
las luminosas manos de los ciegos
que con su tenue caricia
la van bendiciendo
manos trémulas
unjidas
por los óleos del silencio
Esquinas
donde los carteles gritan
Por allí viene la comitiva
del bautizo de las mañanas
y como Verónicas
enjugan

Ventajas de las Feas – Figarillo

Este texto fue publicado en la misma revista que mencioné en el post anterior. Deja en claro la consideración hacia el sexo femenino que se tenía en aquella lejana época pasada.

Advertencias al lector: la transcripción es literal. Lo que para nosotros serían hoy errores ortográficos, no lo eran antes. Lo mismo ocurre con lo signos de puntuación, con la separación entre el texto y ellos, no son errores, seguían otras reglas, similar a la de los franceses.

Buenos Aires, 31 de marzo de 1838

VENTAJAS DE LAS FEAS.

La fortuna de la fea
La bonita la desea

Voy á tocar un punto, Sres. L.E., tan delicado, tan espinoso que no tiene un solo lado por donde abordarlo que no presente graves dificultades.

Es un caballo de Frisia, es un puerco espin, es un demonio en cuerpo y alma el tal asunto, pues aunque voy á tratarlo con la mayor dulzura, no dejaria por eso de acarrearme disgustos, si las personas interesadas en él, pudiesen saber quien soy. Pero afortunadamente Vd., Sra, Moda, es una famosa tapadera, y bajo la promesa que Vd. me ha hecho de ocultar mi nombre, le diré (acá para entre Nos) que voy á hablar de las feas, es decír, de las señoras y señoritas feas, es decir, de las que no son lindas, ni hermosas, ni bonitas. Mas no crea Vd. que me propongo reconvenirlas por su fealdad, pues yo supongo que ellas no tienen la culpa de tener este defeto y que si se dejase á su eleccion el nacer lindas, todas serian unos ángeles.

Para proporcionarlas désquite les diré que yo tambien soy bastante feo, y lo que es peor todavia, viejo ; asi la fea que se enoje (aunque no espero que esto suceda) podrá decirme —perro viejo feo, y yo me quedaré muy horondo, Pero vamos al caso.