Hace un tiempo, un sobrino veterinario que trabaja en una estancia como encargado de caballos y ganado bovino, me había invitado a pasar el fin de semana aduciendo que los dueños se iban de viaje, que podríamos estar juntos, pescar en el arroyo Las Garzas, ponernos al día, comernos un buen asado, que le habían dado permiso y que la peonada extrañaba mi cara, pero sobre todo mis cuentos.
La gran propiedad aún existe, está hacia el oeste de Tres Nudos, a unos 40 km. Se llega desviándose de la ruta 21 a la altura del kilómetro 195, tomando un camino vecinal de tierra sin identificación y bastante complicado porque atraviesa un par de bañados que mantienen algunas partes con barro permanente.
Fui despacio, disfrutando conducir, tomándome el viaje como un paseo distendido, llegué casi al anochecer. Mi sobrino me esperaba en la tranquera y al ver vehículo la abrió para que ingresara. Al bajar, nos fundimos en un cariñoso y efusivo abrazo mientras me daba la bienvenida y agradecía mi vista.