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Familiares

Biografías de familiares de antaño, de hoy y de siempre

Orlando Alberto Tuyaré

Orlando Alberto Tuyaré más conocido como «Beto», mi tío.

– El legendario Papá Noel de la Plaza San Martín de Colón.

– El locutor de la LT26 (y miles de sus anécdotas, estarán contadas en el libro)

– El hincha número 1 de Vélez Sarsfield, lloraba viendo los partidos. Cuando salió campeón del Torneo Clausura 1993 salió en caravana y eran 2.

– El fanático de la fórmula 1 que enloquecía mirando las carreras en su TV de rayos catódicos de 29″, una de las primeras que se vendieron en Colón. Saltaba en la silla, puteaba, se mordía los dedos, se empinaba el vaso con vino, se desesperaba.

Agustín Alcides Tuyaré

Agustín Alcides Tuyaré, más conocido como «tío Alcides» fue uno de los panaderos más fantásticos que conocí. Desde que falleció, hace ya 44 años, nunca más volví a comer facturas como las de él ni tampoco pan, con esa textura, con ese sabor inolvidable.

Tengo varias anécdotas para contar sobre él ya que tuve la suerte de conocerlo bastante, pero dejaré eso para que lo disfruten cuando lean «Tojoral», el libro genealógico de los Tuyaré-Quiroga-Diaz-Pesqueira y sus historias familiares.

Una de las aseveraciones que reiteraba mi padre con vehemencia y ternura, era que tío Alcides era analfabeto, nunca pudieron hacerlo ir a la escuela y falleció no sabiendo leer ni escribir.

Orlando, mi abuelo – I

Orlando Tuyaré fue mi abuelo paterno, un genio y mi genio, mi amor, mi ídolo, mi máximo influencer, la persona que yerró su marca en el cuero de mi vida para siempre y cuando aún era niño. Llevo esa marcación con el orgullo de quién se siente seguro de quién es, de dónde viene, qué heredó y hacia donde va.

Me consta, por auto comprobación personal reiterada, que era su nieto preferido. Resulté ser la vasija donde volcaba con paciencia toda su sabiduría, sus sentimientos profundos, sus creencias, su alma y su espíritu. Fui absorbiendo esa vasija sin darme cuenta, pero con la avidez del niño inquieto que era. Así crecí.

La foto que ven es Orlando sentado en una mesa de granito blanco que había construido en el patio debajo de una enramada de madreselvas. La tomó mi padre con su Beirette y la reveló en su laboratorio casero. En esa mesa fui oyente de tantas historias y relatos sobre vidas pasadas que, a la postre, constituyeron un brasero interior para hacerme genealogista más tarde y gracias al empujón bestial de mi tía abuela hacia ello.