Mi abuela materna era María Margarita Pesqueira Buriani, hija de Ramón Pesqueira Magariños y de Felicia Buriani. El primero, era nacido en Pontevedra, Galicia -todavía estoy tratando de establecer en qué ciudad- y, la segunda, era nacida en la R. Oriental del Uruguay, hija de italianos pero no tengo más datos.
Hace un tiempo, la curiosidad del patronímico Pesqueira me llevó a tratar de entender si el mismo era portugués o gallego, aunque convengamos que Galicia linda con Portugal, y, en épocas de pocas fronteras, bien podemos suponer que las personas se mezclaban, mucho más las denominaciones.
Lo cierto es que «Pesqueira« es un tipo de construcción que se hacía en el río para lo que se entiende de la misma palabra: para pescar.
El Miño es un río del noroeste de la península ibérica, que pasa en su totalidad por la comunidad autónoma de Galicia. Atraviesa las provincias de Lugo, Orense y Pontevedra. Asimismo, es el límite norte natural entre España y Portugal. Tiene una longitud de 315 km y desemboca en el Atlántico. Es el río más largo de Galicia, y el más caudaloso tras recibir las aguas del Sil, más largo y caudaloso que el propio Miño hasta el punto de confluencia, pero pierde en el ángulo que determina cuál es principal. De ahí, el conocido proverbio popular «El Sil lleva el agua y el Miño la fama».
En el curso bajo de este río, y con una longitud aproximada de 25 km se levantan, sobre sus márgenes unas majestuosas e imborrables construcciones «Pesqueiras» o «Pescos».
Estas construcciones líticas son la realidad física del paisaje fluvial del bajo Miño. Las «Pesqueiras» son un prototipo de asentamiento entre su forma y su función; una síntesis perfecta entre arquitectura e ingeniería. Conforman parte de la cultura, de las tradiciones y del modo de vida de las personas que tienen sus hogares en Arbo. Durante muchos años las «Pesqueiras» y junto a ellas la pesca de la lamprea (una especie de anguila), formaron parte de la vida laboral y la economía de los arbenses.

La tradición de la pesca de la lamprea cuenta con siglos de antigüedad. Lo podemos apreciar en las «pesqueiras» que los romanos dejaron a la orilla del río. Estas construcciones, de indudable interés arquitectónico y etnográfico, las siguen utilizando para la captura de la lamprea, empleando una técnica ancestral, artesanal, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, tal y como hacían los antepasados.


Para los antiguos romanos este manjar estaba restringido a emperadores, y ahora, todos pueden disfrutar de esta delicia del Miño, degustando la lamprea en todos sus estilos durante todo el año en los restaurantes y casas de turismo rural de Arbo.

Las Pesqueiras hoy en día constituyen un patrimonio único, una parte inseparable de la cultura, de la tradición, de la sociedad y del entorno natural y paisajístico del Ayuntamiento de Arbo. Todos ellos unos valores inherentes y únicos que conforman la identidad de los arbenses como pueblo.
En conclusión: no tengo la bola de cristal para ver el pasado y el futuro, pero esto me da la pauta de que mis antepasados lejanos de apellido «Pesqueira», andaban por estos lares comiendo lampreas, pescando.
Colaboración a voluntad – No es obligatoria.
(¿por y para qué colaborar? Leer aquí)
Sé el primero en comentar