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Romance de la luna tucumana

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«La música es un accidente de la tierra misma, por eso en las montañas, selvas y llanuras americanas, las canción nativa es el resultado de una fusión admirable: el paisaje y el hombre. Nuestra canción vernácula tiene méritos sobrados para penetrar en este civilizado Buenos Aires y ocupar un lugar de preferencia en todos los espíritus que sientan la verdad de las tradiciones puras. El progreso es un símbolo de civilización, pero civilizar no significa elevarse.

El peligro de la civilización – he dicho peligro, no obstáculo- radica en la intención misma de estilizar. Para enriquecer musicalmente uno de nuestros simples temas campesinos es menester sentir y comprender en lo profundo de su relación universal la esencia del sentimiento nativo…

Todo temperamento sin cultura muere; hay que estimular a los jóvenes compositores. Todo aquel que quiera llevar nuestras melodías y rítmos autóctonos al terreno de la estilización debiera formularse en lo profundo de sí mismo estas preguntas: ¿habré llegado ha penetrar las sugestiones del paisaje donde nació esta música? ¿seré yo capaz de decir eso que no dice esta canción?
Si alcanza las respuestas, el estilizador podrá iniciar nomás su trabajo. Indoamérica perdurará en su obra; pero si la estilización responde al deseo de hacer algo nuevo que guste al oyente, nuestro folklore auténtico servirá sólo para encumbrar vanidades, el alma nativa seguirá en la quietud de los valles, en la amplitud e las llanuras, entristecida de ver que es gente americana quien explota y comercia los dulces cantares de la tierra, las hondas expresiones del espíritu que merecieron el respeto y la admiración hasta del duro conquistador. Y en Buenos Aires el folklore seguirá siendo para algunos una misión, para otros algo que está de moda, y para la gran mayoría una industria.
«

(Atahualpa Yupanqui, 30-05-1936)
[Extraído del Sitio Oficial de la Fundación Atahualpa Yupanqui]

Poema Romance de la luna tucumana

Bajo el puñal del invierno
murió en los campos la tarde.
Con su tambor de desvelos
salió la luna a rezarle.

Rezos en la noche blanca
tañen las arpas del aire,
mientras le nacen violines
a los álamos del valle.

Se emponchan de grises nieblas
los verdes cañaverales
y caminan los caminos
con su escolta de azahares.

Zamba de la luna llena
baila la noche en las calles
con su pañuelo de esquinas
y su ademán de saudades.

La noche llena de arpegios,
la copa de los nogales;
el tamboril de la luna
cuelga su copla en el aire.

Mi corazón bate palmas
con las manos de mi sangre
mientras cansada, la luna,
se duerme sobre los valles…

(Poema de Atahualpa Yupanqui musicalizado por Pedro Aznar)

Pedro Aznar con Mercedes Sosa
Versión acústica de Pedro Aznar
Versión acústica Pedro Aznar con contrabajo eléctrico
Versión Diego el Cigala

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Publicado enCanciones Eternas

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