Juan Ramón Jiménez poseía un mundo interior sin horizontes, lleno de miedos y dudas, ambiguo, tal vez disperso, con aires de sueño , eran los comienzos de aquellas actitudes poéticas que le dieron lugar a la denominación de «torre de marfil». Un mundo interior solitario en donde tantos poetas vivieron y de donde emanaron los poemas más románticos.
«Jardines Lejanos» pertenece a la primer época del poeta en donde el amor fracasado es el eje de su obra. Fue publicado en 1904 y está dividido en tres partes: Jardines galantes, Jardines Místicos y Jardines Dolientes. Al segundo pertenece esta poesía.
Viento negro, luna blanca.
Noche de Todos los Santos.
Frío. Las campanas todas
de la tierra están doblando.
El cielo, duro. Y su fondo
de un azul iluminado
de abajo, al romanticisimo
de los secos campanarios.
Faroles, flores, coronas
¡campanas que están doblando!
… Viento largo, luna grande,
noche de Todos los Santos.
… Yo me voy muerto, por la luz
agria de las calles, llamo
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
¡Y quiero ser otro, y quiero
tener corazón, y brazos
infinitos, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
… Pero, ¿acaso
puede hablar de los rosales
un corazón sepultado?
-¡Corazón, estás bien muerto!
¡Mañana es tu aniversario!
Sentimentalismo, frío…
La ciudad está doblando.
Luna blanca, viento negro.
Noche de Todos los Santos.
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