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Programar es arte

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No me bajo de esta aseveración y tengo una catarata de argumentos para defenderla. Una cosa es saber la esencia de las cosas o buscarla, tender hacia la sabiduría etérea del ser, poner el alma, corazón y vida en cada uno de los desarrollos, tal como sucede con los pintores, músicos, escultores, actores y artistas en general. Otra cosa es atarse a patrones de ingeniería para conseguir un objetivo establecido siguiendo lineamientos ya escritos y probos. Lo primero es puro arte, lo segundo es pura ingeniería. A mi me gusta el arte, la inmersión en las profundidad del todo.

Por otro lado, tanto la programación como el arte son descubrimientos. Cuando escribo una poesía siempre descubro algo, cuando tomo la guitarra entre mis brazos cual si fuese la amada añorada y empiezo a rasgar sus cuerdas descubro sonidos nuevos. Del mismo modo, cuando un pintor, un escultor u otro artista termina su obra, la mira y ve que algo se ha develado hacia el universo, hay algo más que solo materiales y útiles, algo que tiene vida propia.

Hace un par de años escribí un artículo que bosquejaba esta cuestión enmarañada del artista referida a Jokte!1 En el ante último párrafo puse: «Por todo, programar a veces es un petardo de la memoria, solo hay que encontrar la mecha y encenderla para que al explotar los fuegos artificiales nos rieguen el espíritu del que somos poseídos«. Finaliza ese artículo con una cita del gran científico y «artista«, del francés Louis Pasteur (pueden leer el artículo completo aquí). Eso es así desde los orígenes de los tiempos. Porque la humanidad es tal, como ahora, gracias a todos aquellos que dejaron fluir el artista que tienen dentro.

Hay también una tradición detrás de todo programador, un algoritmo de su espíritu que aplica desde antaño en su trabajo y que constituye la filosofía sobre la que ha ido poniendo ladrillo sobre ladrillo para edificar su interior y su mente más abstracta y perfecta. Hay un camino de años, de largos y agobiantes amasijos de manuales y cerebro. Esta tradición es la que subyace en sus creaciones en donde más de una vez realiza algo que ni siquiera sabía que existía o que se podía hacer:

Por eso, cuando algún programador critica a otro sea por el lenguaje que utiliza, por la forma de hacer su trabajo o por los objetivos buscados, me revelo y le salgo al cruce porque siento que se juzga la apariencia y no el arte que hay detrás. Es como si criticáramos a un escultor porque utiliza un palo en lugar de martillo. ¡Qué importa si logró la obra! ¡Qué importa si en esa obra está su tradición garrotera, su alma cavernícola, su corazón exultante!

Se preguntarán a qué viene todo esto y la verdad es que esta introducción tiene colación en lo mismo de siempre: los desarrollos comunitarios o compartidos como por ejemplo Jokte!

Cada participante en este tipo de desarrollos es un artista y por lo tanto tiene su propio espíritu y su propia tradición y es difícil conjugar todas estas personas para el bien común pero no es imposible. El secreto radica en la libertad, el tiempo de cada uno y el respeto mutuo en la diversidad.

Fue teniendo en cuenta estas tres últimas premisas, base del arte, que Jokte! se redifinió como «de liberación continua» o, en inglés, como «rolling-release«. Pero voy a dar explicaciones más contundentes al respecto.

Está más que claro que hay tradiciones de artistas diferentes en la realización del proyecto y cada uno de ellos tiene un peso específico representativo dentro de él. Por otro lado, tienen un tiempo de bosquejo y de consumación de su creación muy personal y, como no hay un fin necesario u obsecuente (el dinero u otro) tienen libertad infinita de acción. Esta aclaración evidencia la necesidad de dejar fuera las estructuras organizativas temporales porque sería imposible igualar los artistas a una condición lineal y rígida de ejecución ya que el proyecto perdería su esencia de arte y se convertiría en ingeniería fría, descorazonada, sin alma. No obtendríamos una obra de arte sino un producto. Un producto solo sirve a los que lo consumen pero no abre el horizonte, no empalaga la imaginación, no nutre el universo.

Más claro, supongan que hay un plazo determinado y rígido para lograr un objetivo del proyecto y sabemos que el conocimiento en el arte de la programación de cada uno es diferente y que tendrían que «nivelarse» para llegar a cumplirlo… ¿cuántos disponen de ese tiempo miserable y finito para alcanzar la sabiduría? ¿cuántos llegarían? ¿cuántos abandonarían? ¿cuántos se quejarían? ¿no sería mejor dejar que cada uno ponga su pincelada en su tiempo?

Del mismo modo, hay que tener en cuenta que existen otros artistas que aún sin pertenecer al proyecto brindan su generosa visión y sus propias creaciones. Tomando el ejemplo del pintor, serían los que crean las pinturas de colores, los pinceles, las telas, etc., todos artistas de lo suyo.

Supongan que a partir de una determinada fecha, los artistas que integran el proyecto deciden usar cepillos de dientes en lugar de pinceles, y cartones en lugar de telas… ¿donde irían a parar los artistas del pincel y de la tela?

Y hay un paralelismo recalcitrante con la realidad de proyectos de este tipo, cuando los supuestos «líderes» se centran en su propio arte y olvidan el de los demás. Cuando teniendo mayor sabiduría (o creída) siguen por un camino sin acompañar a los que lo siguen. No son líderes, no empatizan, son jefes, amos y señores de un proyecto que lejos de ser arte es más bien un producto que poco a poco perderá su magia, su furor, su alma original y su espíritu de fortaleza. Un producto que será para la minoría que lo consuma lo que una vez sucedido tenderá inexorablemente a extinguir su vida útil.

Repito: tiempo, libertad y respeto por cada uno de los que integran el proyecto es el secreto, incluso por los que lo siguen y coadyuvan, como en el arte ¡estúpido!

Y esto es solo el comienzo…

  1. Jokte: fue un fork, derivación o bifurcación del gestor de contenidos Joomla!, una nueva versión de este última pero tuvo un enfoque diferente, apuntando a Latinoamerica y a acortar la brecha digital. Hoy está discontinuado. ↩︎
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Publicado enTextos Perdidos

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