Recuerdo vagamente el momento en que decidí investigar sobre mi ascendencia, el por qué de mi apellido, de dónde venía… ¿es vasco? ¿es francés? ¿es vasco-francés?, etc. Tendría, por entonces 15, 16 o 17 años, no más edad que esa porque cursaba la escuela secundaria, la tecnicatura en administración de empresas en la E.N.E.T. N° 2 «Canónigo Narciso Goiburu»; en la introducción de «Tojoral»1 cuento sobre éste impetu inicial con sobrados detalles.
El comienzo de esta ardua tarea de genealogista amateur tiene ribetes que acobardan a más de uno. Conozco gente que empieza, investiga uno o dos años y luego, como se le complican las pistas, se acobarda y tira todo por la borda. La perserverancia, la paciencia, la amplitud de mente, el hambre de conocimiento y estudio, la sociabilización y la imaginación juegan un papel decisivo, sino estas dispuesto a prepararte con todo esto, sino eres capaz de esperar mucho tiempo, incluso años, hasta lograr algo, entonces no es una actividad para ti.