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Año: 2025

Don Miguel Quiroga

Miguel Quiroga, fue mi bisabuelo por parte de abuela, el papá de Erminda Quiroga, mi abuela madre de mi padre Miguel Angel Tuyaré. No conocí a Erminda porque falleció muy joven.

Miguel Quiroga estaba casado con Flora Vella.

Sin embargo, el apellido real de mi bisabuela era Flora Belias, de origen italiano, de las primeras migraciones de aquel país llegadas al Río de la Plata. El apellido tiene muchas acepciones: Elias, Bellas, Melis, Bliss, Melia, Belka, Belin, Belich, Balas, Veglia, Velia, etc. (significa: Bella, hace referencia a la belleza)

La mayoría tiene presente a los 5 hijos que tuvo el matrimonio: Erminda (mi abuela), María Adela, Miguel, Luis Alberto y María Elena (mi dulce y entrañable tía abuela Mary de quien guardo los mejores recuerdos).

Don Orlando Tuyaré

Don Orlando Tuyaré, mi amoroso abuelo, mi héroe de la vida, era conocido como «El Mono». Se ganó ese mote cuando viajaba en las lanchas de Del Río vendiendo facturas y haciendo payasadas en las travesías con ese histrionismo que lo caracterizaba. Por herencia, a todos nos apodaron «Mono». Fuimos antaño «la monada de los Tuyaré». Por supuesto que el primero en heredar el apodo fue «monito Tuyaré», Rubén Orlando (posteriormente tío «Lalo«).

Investigando descubrí que Don Orlando se casó 3 veces, estoy seguro de que ninguno de mi familia sabía esto porque lo descubrí sin querer. Tenía información y documentación de solo 2 casamientos anteriores, el tercero llegó husmeando archivos digitales.

Don Orlando se casó:

1er. Casamiento:

En Salto, ROU, en 1925 con Gabina Ramírez.

Orlando Alberto Tuyaré

Orlando Alberto Tuyaré más conocido como «Beto», mi tío.

– El legendario Papá Noel de la Plaza San Martín de Colón.

– El locutor de la LT26 (y miles de sus anécdotas, estarán contadas en el libro)

– El hincha número 1 de Vélez Sarsfield, lloraba viendo los partidos. Cuando salió campeón del Torneo Clausura 1993 salió en caravana y eran 2.

– El fanático de la fórmula 1 que enloquecía mirando las carreras en su TV de rayos catódicos de 29″, una de las primeras que se vendieron en Colón. Saltaba en la silla, puteaba, se mordía los dedos, se empinaba el vaso con vino, se desesperaba.