(extracto de “Tojoral, Los Tuyaré(et), una historia familiar y algo más”, por Miguel Díaz Tuyaret)
Una de las actividades más apasionantes al estudiar la historia familiar es ver fotografías antiguas, no solo por el placer que da repasar viejos tiempos sino porque constituye, en más de una ocasión, un trabajo detectivesco, sobre todo cuando la antigüedad de la foto es tal que no permite determinar ni los que aparecen en la imagen ni la fecha en que fue tomada.
Hace muchos años me topé con este problema cuando recibí en herencia y de manos de mi madre, una caja de zapatos cerrada y atada con cinta de raso que había pertenecido a mi tía abuela Celeste. Adentro de ese arcón de recuerdos, entre otras tantas cosas, había dos fotografías impresas sobre una especie de cartón duro donde aparecían dos personas sentadas atrás de una mesa y una tercera sentada delante, de costado, todas caras desconocidas para mi.