Ayer salí a dar una recorrida en moto por «la colonia», término utilizado para denominar las grandes extensiones de campo que rodean la ciudad, las zonas rurales aledañas pobladas o semi pobladas que ocupan el ejido y más allá de él.
Los caminos vecinales -en parte de ripio, en parte de broza y en parte de tierra-, en algunos casos están en buen estado, en otros, circular por ellos es un desafío, sobre todo en moto. Pero, respirar el aire puro del campo, descubrir recónditos lugares, avistar inéditos pájaros o animalitos salvajes, fotografiar la naturaleza que te endulza la vista o que te llama la atención, nada de eso tiene precio, es el mayor disfrute, la perfecta unión con la naturaleza que no tiene parangón.
Estos recorridos los hago desde siempre, antes con mis padres o amigos, en automóvil, en bicicleta o caminando; ahora por mi cuenta en automóvil o moto. A la postre, estos paseos dieron origen a un libro de cuentos que estoy redactando llamado «Localidades», ficciones de parajes creados desde la imaginación por estos viajes recreativos.