Esta foto de la izquierda que parece falopa, un paisaje a la nada misma, un disparo sin querer, tiene una historia increíble que vale la pena contar. Todo sucede un fin de Semana Santa de algún año que no recuerdo.
Lo que se ve flotando en el río es la famosa «Yoya«, una piragua artesanal que mi padre había comprado a no sé quien, creo que a Morard. Arriba de ella estoy con mi amigo Mariano Alberto Lopez.
Habíamos ido con mis padres al «bajo termas«, por entonces zona de montes y pescadores que tendían varios espineles e incluso tramayos en la desembocadura del arroyo Artallaz. Allí, por algún lugar de aquel monte, instalamos la casilla rodante y una carpa.
La piragua la habíamos llevado con la idea de tirar un espinel para ver si enganchábamos algo «grande» y comerlo a la parrilla el Viernes Santo.