«Heavy Horses» de Jethro Tull, para mí, es el mejor disco de rock progresivo y folk que he escuchado en mi vida. Me resultó tan bueno que quedó grabado en mi memoria el año en que lo escuché por primera vez, con quién y dónde estaba. Fue en el verano de 1979, a un año de su publicación. Por entonces, estos vinilos eran imposibles de conseguir en el país sino era en las grandes disquerías de Buenos Aires y, a veces, ni así.
El padrastro de mi amigo del alma («Pipo» Otero) era embarcado y viajaba con frecuencia a Houston, Estados Unidos. En cada vuelta de viaje, le traía de regalo vinilos que acá ni siquiera existían. Fue así que pude escuchar música que en nuestro país era poco conocida o directamente desconocida.
La casa de mi amigo, estaba atrás de donde están hoy las canchas de tenis semi abandonadas del hotel Intersur, ex Quirinale. Ahí había una edificación con un gran tinglado delante que pertenecía a «Poroto» (el padrastro de mi amigo) y, al lado, estaba el rancho de «Tita» y de «Doña Norberta«, tías de «Pipo«, muy ancianas. (Una de las canciones que compuso mi amigo se llamaba «Blues para tía Norberta«, aún lo recuerdo y lo toco con la guitarra).