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Año: 2022

Inquietudes

En esa vastedad inmensa en que somos seres únicos e irrepetibles, con amores y sentimientos, con razones y desazones; en ese mar del alma, del espíritu y del corazón flotan a la deriva todo tipo de inquietudes y certezas.

Conocerse así mismo es un arte universal y a la vez original, primigenio e imperecedero: moriremos pero las obras logradas quedarán vivas eternamente en el recuerdo de quienes nos sucederán, incluso lo no alcanzado, los intentos, las ideas, lo que fuimos, todo quedará. Lograr saber qué somos es un arte ecléctico, un oficio vital e inevitable porque lo hacemos aún sin darnos cuenta. Así es que nos pintamos y retocamos, nos esculpimos y pulimos, nos diseñamos y trazamos, nos escribimos -a veces con sangre- y tachamos, nos borramos o renacemos, componemos los acordes con nuestros pasos disonantes y con esa música propia danzamos por los caminos de la vida hasta el aliento final.

Esos ensayos artísticos determinarán nuestros tropiezos y los buenos momentos, afloran los dones y las falencias, no todos seremos Miguel Ángel ni Da Vinci, no todos seremos un Clapton en potencia o un Pappo Napolitano o un Atahualpa Yupanqui.

La amaba

…en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
(“Si tu me olvidas”, Pablo Neruda)

La amaba,
lo demuestra la sabia distancia del tiempo,
la apodíctica tenencia del alma cábala
que le gusta fisgar cada tanto para rever lo secreto,
eso que vamos dejando en el escaparate
para más tarde surtir de algún afecto.

Gris oficio

“Gris oficio el de poeta, / deber y culpa, tal vez,
/ andar y ser de sombra y luz, / surco en el aire y sentir /
que sólo de andar cantando y en el dolor,
/ aprendemos a morir.”
(Poeta al sur, Alfredo Zitarrosa)

Lengua acuífera guaraní y saucedal
púlpito donde orilla espuma la voz,
balcón de los pájaros libertarios
horizonte de pica y tesón.

Si es exorcismo del alma este fuego,
que duele llamas de ardor y vaivén,
nacen recrudecidos callos de antaño
verdes en cada cantor de la sien.